Juicio a un Taco.

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Texto de: Julieta Montelongo.

En el banquillo de los acusados, frente a una multitud enardecida, estaba sentado un taco. Era un taco común y corriente, es decir, ¡riquísimo! Su piel de maíz despedía ese olor característico que hechiza a cualquier mexicano. En su interior, algunos trozos de carne bien repartida se mezclaban con cebolla picada, un poco de cilantro y suficiente salsa. Los asistentes discutían acaloradamente cuando el juez se impuso:

-¡Silencio! ¡Silencio, por favor!

Pero un grito surgió desde el fondo de la sala:

-¡El taco es culpable!

-¡Sí! ¡No! -respondieron otras voces.

-No estamos para gritar -insistió el juez-, sino para escuchar razones en pro y en contra de este personaje. Antes que nada, el acusado deberá presentarse.

El silencio reinó en la sala y el taco dijo así:

-Señoras y señores, hablaré en nombre de todos los de mi especie. Nuestro pasado está estrechamente ligado al de este pueblo. Aparecimos en el momento en que alguien enrolló una tortilla y puso algo en su interior. No importa si el relleno es de frijoles, nopalitos, carne adobada, chile o simplemente sal. De cualquier forma somos sabrosos. Un murmullo brotó en la sala:

-¡Sí, son riquísimos! ¡Mmmm, muy sabrosos!

El taco continuó:

-Somos toda una tradición y, además,

a nuestro alrededor se ha creado una gran industria. La gente nos prefiere y cada día nos consume más. ¡Somos el bocadillo más popular entre los mexicanos!

-Ahora bien -dijo el juez-, ¿de qué se le acusa?

Un individuo se acercó al taco y, señalándolo amenazadoramente, dijo:

-¡Los tacos son sucios! Llevan en su interior un zoológico de microbios. En ocasiones están hechos con carne vieja y a veces llevan cebolla, cilantro o jitomate que nadie se preocupa por lavar. Efectivamente es muy popular y esto lo hace peligroso. Mientras más gente coma tacos, más gente correrá el peligro de enfermarse.

El taco, rojo de ira, reclamó:

– Los tacos estamos hechos con maíz. La mayoría llevamos un poco de carne y complemento de verdura. Para nuestra elaboración se toma en cuenta la combinación de alimentos. Por lo tanto, somos un alimento nutritivo y balanceado. Si a veces no somos tan limpios como quisiéramos, se debe a la irresponsabilidad de quien nos prepara y también de quien nos come con las manos sucias. En último caso, la culpa es de todo aquel que no exija la debida limpieza al comernos. La gente estalló en gritos:

-¡Sí es verdad! ¡Es inocente!

-¡Silencio! ¡Silencio! -dijo el juez, quien tomando una actitud ceremoniosa, tosió un poco y dictó su resolución-. Me parece injusto lo que se hace con este personaje. Se le rodea de suciedad y ahora se le tacha de enemigo de la salud. Sólo tres cosas podrían salvar su reputación: cuidar la limpieza de la verdura que lo adereza; conservar su relleno en buenas condiciones, refrigerado o protegido de las moscas, y lavarse las manos antes de prepararlo o comerlo. Más que culpable, el taco es una víctima de nuestra imprudencia.

¡Sí! ¡Sí! -gritaron los asistentes.

El juez dio tres golpes sobre la mesa y concluyó:

-Yo declaro al taco libre de toda culpa, pero quisiera declararlo también libre de todo microbio y eso, señores y señoras, ya no depende de él, sino de nosotros.

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